lunes, 8 de noviembre de 2010

Un mundo nuevo por descubrir

Cartel del film
Hardwicke, Catherine (2003): Thirteen

Argumento: Tracy es una chica de trece años, aplicada en sus estudios y en su familia. Todo va bien hasta que se fija en Evie, la Celebrity del instituto, pero no la cheerleader del equipo de baloncesto, sino la chica que viste provocativamente, fuma, bebe, se droga, hurta en las tiendas… Como chica por la que todos los chicos suspiran, Tracy quiere ser como ella para ser tan llamativa como la susodicha.
Decide romper con sus amigas de siempre, tan ejemplares como lo era ella, para volverse una Evie. Esta la acoge en su grupo, no sin antes hacerla delinquir para demostrar que es tan rebelde como ella.
Con el paso de la película vemos que Tracy se mete más y más profundo en un círculo vicioso de faltar a clase, tomar drogas, emborracharse, tener sexo y, en fin, todo lo que a su madre, bastante moderna y comprensiva para la época, no le gustaría que ella hiciese.
El volverse una Celebrity en el instituto y en el barrio le ha arruinado un año de su vida.


En el sistema educativo estadounidense la escuela secundaria está compuesta por alumnos del 6º al 8º nivel, es decir, chicos y chicas entre 13 y 16 años. Tracy, con trece años, comienza el instituto. Ha estado toda la vida muy identificada con su madre, confiando y apoyándose la una en la otra. Al llegar al nuevo centro con sus amigas de primaria, no se conforma con ser una niña buena más y opta por la vía rápida para destacar.

Tracy está pasando por unos meses de shock, lleno de cambios y transformaciones importantes tanto en su desarrollo físico como mental y social. El ansia por descubrir todas las cosas nuevas que le presenta el instituto, la lleva a quererlo todo y rápido: encontrarse con el sexo opuesto, probar las drogas, el alcohol, la adrenalina que te sube al cometer un hurto… en definitiva, el ser el foco de todas las miradas (bien por admiración o desprecio, pero el foco de atención al fin y al cabo).


Las 3 magníficas del instituto

En el mundo de la imagen en el que vivimos, donde todo es apariencia, colores, formas, texturas, Tracy es bombardeada por la publicidad salvaje en letreros y carteles con potentes fluorescentes y sonidos ofertando ropa en cuerpos en bikini, productos dietéticos, aparatos de última tecnología… Todo son necesidades que nos crea el mercado y Tracy lo necesita para ser tan chic como su amiga Evie, y, claro, si no tienes dinero para comprarlo, lo robas, que es más divertido.

Transgredir todas las normas sociales en las que has crecido, al principio te ofrece una vida llena de oportunidades y diversiones que nunca antes te habías planteado, pero que, a la vez, te va erosionando la conciencia por destruir toda tu estructura de valores. Así, la conciencia dañada de Tracy, para tranquilizarse, tiene dos opciones: o bien reconoce sus fallos y pide perdón, o bien se pone a la defensiva. Nuestra protagonista opta por la opción segunda y maltrata verbalmente a su madre.

Tracy se deja llevar por Evie y su avidez de querer más y más experiencias nuevas. Mamá, tú no me entiendes, los placeres que Evie me ofrece no me lo puedes ofrecer tú, es lo que Tracy pensaría en varios tramos de la película. Entramos en el mito del conflicto generacional, esas dificultades que los adolescentes encuentran para comunicarse con los adultos, rechazando los valores familiares, la rebeldía innata del adolescente. Brady, el novio de su madre, no para de repetirlo: Mel, es una adolescente (entiéndela). Sin embargo, en el fondo Tracy ama a su madre, que a la vez es su Pepito Grillo, el cual en los momentos de perdición le dice a Tracy que así no debe actuar. De hecho, esta dualidad de amor a su madre y ansia de libertad y novedades es la esencia del film.

¿Acaso no todos al llegar a la adolescencia vemos un mundo nuevo, más allá de las fronteras de nuestra familia y los muros del colegio? Queremos descubrir la vida, llena de estímulos para luego concluir si algo nos agrada, con quién nos divertimos, lloramos, nos emocionamos. Estamos formando nuestra identidad y necesitamos pasar por todas esas experiencias para llegar a buen puerto. Sin embargo, para no vernos desbordados por tanta novedad, es conveniente que tengamos Pepitos Grillo que nos guíen y aconsejen, ya sean los padres, amigos o profesores.

3 comentarios:

  1. Me parece parece una brillante reflexión. Estos bloggeros no lo pueden hacer mejor, ¡porque es imposible! En efecto, es totalmente necesario un acompañante para recorrer esta etapa tan singular de la vida. Ahora bien, ¿qué hacer cuándo hay, "Tracies" que rechazan de modo explícito y categórico a dichos acompañantes de camino? Problemática no fácil de abordar.

    El Conciso

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  2. A nuestro entender, aunque estos guías que aconsejan al adolescente sean rechazados, no deben dejar de estar detrás de él (siempre buscando el entendimiento y la comprensión), pues si lo dejan a la deriva, le será mucho más difícil salir del hoyo.

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  3. Es curioso como una situación que hasta entonces era positiva y rica para Tracy se ve afectada por el cambio social que vive con la llegada al instituto y la necesidad de sentirse aceptada por otros. Transgredir las normas sociales resulta un reto y lleva a vivir otros limites distingos a los vividos hasta entonces. Descubrir, probar, arriesgarse... parece más emocionante, pero es importante el papel que juega su madre que como bien decís sigue aconsejando, apoyando y creyendo en su hija, incluso teniendo la suficiente paciencia como para aguantar hasta que todo sea algo pasajero. Muy buen trabajo chicos.
    Saludos
    SARA

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